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Viajar a Cerdeña: Grima Grimaldi

A continuación os relato la experiencia en uno de nuestros últimos viajes, nos ponemos rumbo a Cerdeña con la línea marítima Grimaldi.

Dicho viaje lo dividiré en diferentes capítulos, destacando aquello de la isla y del viaje en sí, que es merecedor de una líneas para que sirva de referencia a quienes decidan viajar a la bella isla de Cerdeña.

El título de este primer artículo, quizá os resultará despectivo, y es que lo es, esa «grima» hace directa referencia a la parte más mejorable del viaje y esa no es otra que el proceso del embarque de Grimaldi.

Es un proceso opaco, confuso y tedioso. Un proceso que en definitiva y volviendo al título da mucha grima. Todo en él es francamente mejorable y creo que con relativamente poco esfuerzo. Aún teniendo en cuenta la «enorme» complejidad que conlleva desplazar un número tan grande de vehículos y pasajeros en un trayecto tan largo.

Las esperas acaban con los límites de la paciencia de muchos, y es que un retraso de 3 horas para la ida 2 horas para la vuelta suman 5 horas, a lo que hay que añadirles unas colas de 1 h para el almuerzo, todas estas esperas sin explicación ni argumentación alguna, algo que penaliza a una línea de transporte marítima tan frecuente y con ello tan experimentada, por ello son merecedoras de una dura crítica.

Si bien la valoración global del llamésmole mejor por su nombre «desplazamiento por barco» desde Barcelona hasta la mediterránea isla de Cerdeña fue más o menos satisfactoria, no llegó a ser excelente por factores como el propio embarque y sus retrasos ya comentados así como por el alto precio que representa y es que el precio de una ida y vuelta para dos personas y una moto, asciende por encima de los 300 euros a poco que quieras viajar mínimamente cómodo, en camarote, aunque este sea compartido.

Otros factores negativos del trayecto por mar son el gran tiempo perdido pues debes tener claro que vas a perder dos días completos en medio del mar. Quizá uno lo puedas hacer de noche y aproveches para dormir y llegar fresco a Cerdeña pero lo más probable es que en uno de los tramos, ida o venida, te toque hacerlo de día, sin opción a escoger noche. Es decir embarcando a las 7 de la mañana, lo que te obligará a estar en pie antes de las 5 de la mañana, un madrugón considerable, y más si estás lejos del punto de embarque, alojado por ejemplo a una o dos horas de Porto Torres. Total para luego sufrir multitud de esperas, colas y desinformación, todo seguido de un larguísimo trayecto que devolverá a tierras españolas muchas horas más tarde, súmale no menos de 13 horas, y eso con buena mar.

¿Empezamos con el relato? Con los billetes impresos, ya pagados, tenía mis dudas sobre el nombre del barco que nos llevaría a tierra sardas y es que no es nada fácil distinguir el nombre de la embarcación, ni en la web de Grimaldi ni tan siquiera en los emails que te llegan con los billetes tras la compra online. No es por ser especialmente quisquilloso, pero a mi, al igual que a muchos de vosotros me gusta saber con que voy a viajar y aún más cuando se trata de un mar surcar. No cuesta nada que los señores de Grimaldi lo destacasen en dichos billetes.

Con ello, con conocer su nombre, no pretendía más que soñar, imaginar y porqué no, investigar como sería ese barco durante semanas y días antes de que llegase el momento mágico de embarcar. Me intrigaba saber si era grande, todo un «Titanic», o si no lo era tanto, investigar por la red cuantas plazas tenía, si disponía de un restaurante, de un self service o sencillamente ver dónde íbamos a dormir con alguna que otra foto del camarote colgada por alguna web o blog como este de tiroriro.com, pero apenas encontré nada… me preguntaba si Grimaldi tendría más de un barco ¿no? O si quizá es el mismo que se pasa los días yendo y viniendo sin apenas descanso. Total que por la opacidad de las líneas de transporte Grimaldi tuve que ir descubriendo todas mis dudas sobre la marcha, una vez en el barco, pero no nos adelantemos.

Los retrasos en Grimaldi

Zarpábamos del puerto de Barcelona, cómo me gusta decir esto un viernes a las 23.00 siendo la hora máxima de embarque las 21:00H dos horas antes, un tiempo que se antoja excesivo, esto ya parece una línea aérea ¿nos someterán a los mismos controles, arco de seguridad, cacheos, miradas desconfiadas y todas esas odiosas parafernalias de los aeropuertos?

Un par de días antes ya estábamos con todos los horarios ya definidos, la ropa seleccionada y el equipaje listo para empacarse, no me gusta dejar todo para el último momento, pues un despiste es tiempo que vas a necesitar. Sin embargo el mismo día recibimos un mensaje SMS, como aquellos de pleno siglo XX, explicándonos conforme la salida del barco era retrasada dos horas por «motivos portuarios». Si bien el embarco sólo es retrasado hora y media, es decir la hora de cierre del embarque eran las 22:30H. Nos lo tomamos con algo más de relax, no mucho, y llegamos a la zona del embarque a cosa de las 22:00H.

A la hora de la verdad el barco que originalmente zarpaba a las 23:00 lo hizo algo pasadas las 02:00 de la madrugada y eso era un cúmulo de 3 horas de retraso, motivo, supongo, por el que al sacar las tarjetas de embarque nos regalaron unos vales para un bocadillo y un agua por persona. Al menos tuvieron ese detalle.

A la vuelta también tuvimos retraso, pero esta de un par de horas vez sin previo aviso y tras pegarte un madrugón de escándalo, de aquellos que «no te dejan dormir por si te duermes» y llegas tarde al embarco.

Tediosos retrasos que me robaron 5 horas de goce y disfrute en las vacaciones y 5 horas de tediosas e inacabables esperas que ensalzan el título de este artículo.

¿Cómo embarcas en un barco de Grimaldi?

Adhesivo en el vehículo

En resumen, para los que no les guste leer, si vas con vehículo, sea coche, moto o bici deberás primero dejar el vehículo en el parking o explanada de embarque, dirigirte al edificio contiguo de Grimaldi de dicha explanada, y allí conseguir las tarjetas de embarque para luego volver al parking y esperar al momento del embarque.

En detalle, para los que gusten de tener la información más al detalle, lo primero es llegar a la explanada del embarque, acceder al parking donde conviene llevar la hoja del embarque impresa por si hay que mostrarla, tras pasar la puerta del embarque, ubicada detrás del edificio de Grimaldi un operario que cuesta algo distinguir entre los diferentes transeúntes que en ese momento cruzan a pie por esa entrada, te indicará donde dejar aparcado tu vehículo para proceder al embarque más tarde. Deberás dejarlo exactamente donde te dice, en la cola que te indique, no quieras elegir por ti mismo ya que las diferentes colas sirven para colocar los coches y camiones en los lugares óptimos para el posterior desembarque en destino ya que el mismo barco va como mínimo a dos destinaciones de Cerdeña y claro, primero deberán embarcar los vehículos que se bajarán los últimos.

Una vez aparcado deberás cerrar bien tu vehículo y sin el equipaje o tan sólo con el que consideres de mayor valor dirigirte al edificio de Grimaldi por la misma entrada que has hecho con tu coche o moto ya que dicha entrada es también la salida a pie que deberás hacer tras aparcar para recoger las tarjetas de embarque.

Una vez en el edificio de Grimaldi tienes unas cuatro ventanillas con una cola considerable cada una, deberás realizar la cola y presentar la hoja impresa del embarque, acto seguido te darán diferentes tarjetas de embarque, una para cada persona y otra para el vehículo.

Ahora toca volver a la explanada a esperar el momento del embarque,  dicha espera es tediosa, muy tediosa, pondrá a prueba la paciencia de todos y cada uno de los viajantes que estén en el vehículo, nosotros fuimos literalmente los últimos en embarcar, así que vimos un auténtico desfile de vehículos, no me paré a contar los camiones que vi pero fueron muchísimos, más de 50 no se si incluso más de 100. Luego en el barco conté y el parking ocupa las 6 primeras plantas de las 11 totales del «edificio» que es este barco, y es que los humanos se alojarán entre la planta 7 y la 9, la 10 es restaurante y la 11 cubierta.

En algún momento de esa eterna espera en la explanada del parking se nos acercó un operario, cansado, muy cansado, al que le haces una señal y viene para ponerte un adhesivo enganchado en el parabrisas de tu coche o en la cúpula de tu moto, son de esos adhesivos que después con algo de agua logras despegar sin que quede marca alguna, ese será el identificativo de que «has pagado» y puedes embarcar, ningún otro más, así que no pierdas y que no se te vuele.

El embarque con vehículo se hace desde la parte trasera del barco, mediante unas rampas de metal plegables que quedan totalmente planas, sin pendientes y que tienen suficiente agarre para no sufrir por patinar en ningún momento.

Una vez en el barco en el parking el suelo es rugoso y cada cierta distancia, metro metro y medio hay una especie de protuberancia de escasos 8 cm en el suelo con forma de volcán que posteriormente utilizan para poder anclar las motos con cinchas de forma que no se muevan en el caso de encontrar un fuerte oleaje. Si bien el tensado de las mismas comprobé en la llegada que era prácticamente inexistente por lo que creo que es algo más de postureo que algo de demostrada eficacia, por suerte en ninguno de ambos trayectos ida o vuelta sufrimos oleaje.

Ahora tocará narrar el trayecto en barco, eso lo dejo para un siguiente artículo.