Escribo esto tras debatir si los diferentes gobiernos de un estado u otro sabían o no sabían que el virus iba a llegar pues parecían no querer actuar.
A su favor, ya de entrada, tenemos que la misma OMS, con su líder que cambia de opinión y da recetas como tonto chupa una piruleta, aunque con un tono mucho más condescendiente, no la calificaba, ni mucho menos como pandemia. Hasta que muchos murieron.
Hace unos cuantos días leí que en ese mismo momento el tercio de la humanidad ya se encontraba en régimen de libertad confinada, incluyéndonos desde hace semanas a nosotros. Hoy quizá ese tercio ya se supera con creces.
No ha sido una propagación lenta, ha sido rápida e inexorable, pero desde su inicio el coronavirus ha tardado en llegarnos a Occidente unos 30 días, suficiente tiempo para saberlo, pero no para prepararse. Quizá por este motivo parece que no se sabía.
Hemos visto como el virus se extendía a una velocidad vertiginosa, sabíamos que estaba infectando a miles de personas a tan sólo unas cuantas horas de avión de nuestros países, primero fue China, Corea y países a los que tardas en llegar escasas 8 horas.
Hemos visto confinar a ciudades enteras en Enero, pero no ciudades pequeñas, si no ciudades con más habitantes que cualquiera de nuestra regiones.
El motivo del confinamiento era porque el virus se transmitía y multiplicaba de humano a humano, con una simple exposición y día tras día en cantidades de miles a miles por cada día que pasaba.
Pero claro parecía sólo afectar a los más mayores, mentira, afectar afecta a todos, pero claro, los mayores tienen menos fuerza para generar anticuerpos o para resistir ante fallos respiratorios como los que produce la neumonía.
Sospechábamos que esos miles de personas infectadas que contaban las autoridades chinas eran muchos más, ya había pasado años atrás, su gobierno resulta siempre opaco sin paliativos, quizá capaz de llegar hasta la mentira con el fin de preservar su economía como la fábrica más importante del planeta, no importa, incluso sin la verdad, lo que nos llegaba era terrorífico y sabíamos que nos llegaría.
Occidente esperó… quizá mientras trazando un plan para la contención del caos, para prepararnos a nosotros ante la ola de terror, la plebe. No lo se, pero personalidades de la magnitud de Donald Trump, Boris Jonhson, Macron, Angela Merkel parecían querer ignorar la posibilidad de que les afectase más aún que a nuestro gobierno.
Finalmente nos llegó el virus, el maldito y mortal virus, llegó a todos los lugares de occidente, aunque su avance es dispar, durante las primeras semanas resulta tan silencioso como traicionero, en Italia preocupaba, pero en otros muchos parecía que iban a ser unos cuantos casos.
¿Quizá no lo sabíamos?
¿Lo sabíamos o no lo sabíamos?
Yo opino que sí, que lo sabíamos, y es sólo una opinión, que como tal debe estar sujeta a corrección.
De lo contrario ¿somos todos tan tontos? aunque como en todo, en ese todos, existen ciertas excepciones a esta monumental tontura que nos afecta hasta matarnos, entre ellas Corea del Sur donde destaca, en su buen hacer para frenar la cacareada curva de propagación del virus de forma radical.
El equilibrio entre la privacidad y la supervivencia
Ahora que ya ha llegado tenemos otras verdades que podemos adoptar en mayor o menor medida, como el hecho de saber ya que los métodos y eficacia de Corea del Sur para frenar la escalada incontrolable de la propogación del coronavirus funcionan, y lo hace de una forma que evitaría el colapso de nuestros hospitales hasta quedarnos sin UCIs o sin los esenciales respiraderos que salvan las vidas de los afectados por Covid-19.
Aunque no debemos olvidar, que el comportamiento de Corea merma todavía más la libertad de sus ciudadanos, que en sí ya es algo precaria, o al menos más precaria que la nuestra la de occidente. Es un férreo control sobre los movimientos de todos y cada uno de sus ciudadanos.
En nuestra cultura occidental, la guay, según nosotros mismos, el exceso y férreo control de Corea sobre sus ciudadanos parece que no tiene en países como el nuestro cabida alguna.
¿Dónde estará el punto medio? el equilibrio entre la privacidad y la supervivencia ¿todo vale por preservar tu seguridad? o planteado de otra forma, ¿cuántas vidas deben marchar más para cancelar la libertad todavía un poco más?
Lo desconozco aunque me lo plantee, pero sí que se me ocurre ver, dilucidar dos formas de actuar, por un lado la de Corea y China, que restringen más por menos tiempo y por otra la de occidente que restringen menos por más tiempo.
En nuestro país, como en otros países de nuestro entorno, las restricciones, la privación de libertad, ha ido de menos a más, como es lógico en occidente, algunos disienten y quieren correr, pues la factura en vidas no hace más que crecer, pero quizá esta factura es inevitable y al final entre dentro de lo que es un mal menor o colateral.
A falta de números claros, verdaderos y contrastados, parece que la opción de Corea del Sur y China conlleva menos contagios y menos muertos, eso sí, la factura siempre es la misma, una menor libertad para siempre, de por vida.
Ellos, en oriente, emplean unas medidas mucho más reclusivas aunque por menor tiempo, si bien, tras ese tiempo, la libertad no se recuperará como en occidente, elos siguen sometidos a su régimen de escasas libertades.
Quizá su concepto de libertad difiera del nuestro, eso es seguro, cada cultura vive su realidad y define su libertad, sería presuntuoso tratar de definirla de forma universal. Sin ir más lejos las creencias, la ética y la moralidad de cada pueblo arremeten contra el concepto de libertad total, eso si tal concepto existe.
Lo que si que existe es una «libertad media» sin extremos, para llegar a ella tan sólo hay que trazar medias en una realidad global, y a ese punto medio quizá me atreva a decir que en Europa estamos más cerca. O quizá no, como europeo no soy quién para afirmar esto.
Sin divagar más sobre tan vaporoso concepto, y sin abandonar el peso de la desgracia global, pensemos un momento en los desastres todavía por llegar, pues ahí tendremos futuros ¿Lo sabíamos o no lo sabíamos?
Esto que nos afecta hoy debería servirnos para pararnos a pensar, todos, y en profundidad, sobre eso que a los científicos les ha dado por alertarnos, del cambio climático, y si tras pensar lo vemos como tal, como futuro desastre, por favor a concienciarse y actuar.