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Robert Doisneau, el fotógrafo humanista

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Robert Doisneau fue uno de los grandes maestros franceses de la fotografía clásica en blanco y negro. Contemporáneo de autores  tan reconocidos como Henri Cartier-Bresson y Robert Capa, supo transmitir en sus fotografías el espíritu de su época, como por ejemplo la tristeza de una ocupación alemana en su querido París, hasta la alegría del pueblo francés tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial.

Para muchos autores es considerado como el mayor representante de la fotografía humanista. Autor prolífico donde los haya, en la actualidad se conserva una amplia variedad de su legado iconográfico compuesto básicamente de fotografías  de retratos y reportajes, donde quedan plasmados todo tipo de situaciones e instantes  que reflejan la vida cotidiana de sus contemporáneos franceses.

Doisneau y su mundo deseado

Robert Doisneau nació en 1912 en Gentilly, un suburbio próximo a París y murió en 1994 en Montrouge, Francia. Ambos acontecimientos tuvieron lugar en el mes de abril (para aquellos que son supersticiosos seguro que encontrarán algún significado oculto tras esta casualidad).

Su carrera como fotógrafo se inició paralelamente en el campo de la litografía. En 1929 se diplomó como grabador y litógrafo. A partir de aquí es cuando empezó a trabajar como grafista y fotógrafo en empresas de publicidad.

En 1931 se convirtió en un asistente de cámara en el estudio del polifacético artista André Vigneau, del cual aprendió bastante su oficio de fotógrafo. También trabajó durante cuatro años para el departamento de publicidad del fabricante de automóviles Renault, aunque fue despedido de este trabajo por sus constantes tardanzas y ausencias (y es que dicen que le gustaba mostrar una cierta independencia e irreverencia  ante los compromisos laborales ajenos).

En 1947 recibió el premio Kodak, y dos años más tardes realizó fotografías de moda para la edición francesa de Vogue. Fue entonces cuando publicó su primer libro La Banlieu de París, aunque quizás su obra más conocida fue Le Baiser de l’Hoted de Ville, realizado en 1950. Un año más tarde expone por primera vez de forma independiente en París.

Robert Doisneau junto con Henri Cartier-Bresson se convierten en los fotógrafos más importantes de la postguerra francesa. Doisneau supo imprimir en sus imágenes un tono irónico, mezcla de chiste y melancolía que no te deja indiferente cuando contemplas sus fotografías callejeras.

Es un maestro de la cotidianidad, sus fotografías reflejan el día a día de la vida de la gente. Supo moverse por doquier, aunque la mayoría de sus fotografías están hechas desde París y sus suburbios, aunque también parte de su obra está realizada en otras partes del país.

Un elemento clave a destacar en sus fotografías es el elemento humano y urbanita. Ambos conceptos se entremezclan por igual. Las personas llenan la imagen, cautivan por su centralidad aunque es el entorno el que acaba encuadrándolas, reclamando la atención sobre ellas.

El archivo fotográfico de este gran autor es impresionante, ya que contamos con una colección de más de 450.000 negativos que nos dejó tras una vida dedicada a la fotografía que quedó truncada en 1994, año en el que falleció a la edad de 81 años.

En este pequeño artículo hemos querido hacer una pequeña introducción de aquellos aspectos más relevante de este gran artista. Autor independiente, supo transmitir a sus imágenes un toque muy personal de su visión del mundo. A pesar de que la fotografía no deja de ser un arte técnico que refleja la realidad tal y como de un espejo se tratara, autores con la maestría de este autor la convierten en todo un arte.

Doisneau le gustaba decir que sus fotografías intentaban reflejar el mundo tal y como él deseaba que fuera, y no como realmente era. Quizá podemos conocer un poco más a este artista si nos atenemos a una de sus máximas que nos dice: “Me divertí a lo largo de mi vida, construyendo mi propio pequeño teatro”.

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