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Crítica serie La Playlist

Crítica serie La Playlist

La Playlist es una miniserie que nos cuenta la historia de la plataforma de streaming de música Spotify, la empresa que ha democratizado la música para los oyentes, y no tanto para su creadores.

Se trata de una serie que sólo puedo ensalzar y recomendar enormemente verla, no importando si el espectador es afín con este tipo de historias, el show business y más aún empatiza con el sector tecnológico y sus historias de éxito.

Equilibrio e ingredientes

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Póster te la serie La Playlist

Estamos ante una serie no sólo equilibrada, si no que cuenta con algunos ingredientes geniales y un tempo milimétrico que en ningún momento se te hará larga ni desfallecerá hasta su pronto final, momento en el que dirás… que historia más bien contada.

Soy uno de esos críticos de series que sinceramente está ya bastante cansado de los biopics sobre personas o las historias de éxito empresarial; encuentro que todos ellos son afrontados desde un plano a medio camino entre el documental, ya que como biopic deben ser fieles o medianamente fieles a la realidad y el espectáculo donde a veces se adentran en exceso o bien saltándose esa realidad plana para intentar no aburrir al espectador con unos fuegos artificiales que no vienen a cuento.

Estos biopics de éxito empresarial en muchas de estas historias son carentes de emociones o estas son mundanas en exceso, y cuyo real interés acaba tras conocer rápidamente y de soslayo a sus protagonistas, la relación entre ellos y el que fuese el secreto o el detonante del éxito.

En este sentido y en muchas ocasiones someto a mi pareja a largas sesiones televisivas con series que al poco te das cuenta que no le producen el más mínimo interés, más aún cuando su eje vertebral es el mismo de siempre, un ascenso meteórico desde la humildad hacia el mayor éxito, a todo esto hay que sumarle en su concreto caso que el componente tecnológico le aburre someramente, y esto es algo que conllevan muchas series como la mencionada en esta crítica, La Playlist, que podrían sumarse a ese efecto de desinterés y sueño, sin embargo en la serie La Playlist nada va a producir este efecto, si no al contrario.

Una serie que le ha encantado y que a mi me ha re-enamorado del género.

Y es que por mucho que uno prejuicie a un tipo de historias por haberlas visto repetidas una y otra vez en el cine y en las series, con personajes y pequeños ingredientes diferentes luego te llega el visionado de una serie como está, con esa capacidad humana de sorprenderte.

Maravillosa narrativa

El motivo por el que esta serie La Playlist me ha gustado tanto, es la diversidad de perspectivas narrativas para una misma historia, ojo, esto no es algo nuevo, en 1950 Akira Kurosawa ya hacía cosas como estas.

Algo que sin ser algo especialmente novedoso si que su director y guionistas lo han sabido plasmar en pantalla con la misma absoluta maestría.

Te contaré que cada episodio es contado por uno de los integrantes del proyecto original, integrantes que de alguna forma se aúnan al éxito desde su concepción, desarrollo o aplicación.

Lo hacen de forma secuencial sin los molestos flashbacks puntuales, un episodio es contado por su creador, para una vez llegado a su fin, en esa escena final otro de los personajes se acerca a cámara y con un guiño magistral nos habla en primera persona con un… eso no es bien bien así y yo te lo voy a contar.

Reparto soberbio

Soberbio y desconocido es el reparto de esta serie, que gran cantidad de buenos actores tenemos en Europa, desconocidos todos, aunque quizá alguno me suene, lo hace en la lejanía.

Desde el personaje principal sobre el que todo orbita, Daniel Ek, el creador y genio tras Spotify que hace un papel de ser despreciable sin altibajos interpretado por Edvin Endre hasta llegar a su socio, el simpatiquísimo arrogante y loco Martin Lorentzon. Un personaje quien fue entre otras cosas el fundador de Tradedoubler, otra de esas empresas tecnológicas de éxito interpretado por un arrollador Christian Hillborg.

Todo eso pasando por un gran número de secundarios excelentemente interpretados, en especial el atractivo directivo de Sony, Per Sundin, con el que Daniel tuvo que lidiar de valiente, y tras el que está al quizá más conocido de todo estos actores suecos, Ulf Stenberg, a quien vimos en Beartown y Virus.

La historia de Spotify

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Daniel y Martin de Spotify

No es que la historia en sí de la empresa tras la serie La Playlist, nada más y nada menos que la poderosa Spotify, sea especialmente cautivadora o inquietante, ni lo más mínimo, si no que está tan bien contada y cuenta con uno ejes/personajes que te invitan a continuar capítulo tras capítulo para ver la misma historia desde sus diferentes perspectivas.

Su éxito, el de Spotify en el show business, y como el de la inmensa mayoría de personas y empresas de éxito, fue encontrarse en el momento más indicado en el lugar más indicado, dados estos difíciles ingredientes y casualidades luego ya uno se espabila y si cuenta con la materia gris de Daniel Ek, el creador, y le sumas el empuje y el capital de Martin, su socio comercial, pues la cosas llegan al éxito de una forma relativamente fácil.

Si bien Spotify tuvo en su momento que mantenerse en pie y sobrevivir en una batalla que se devenía entre el sector de las discográficas y por el otro lado el auge del todo gratis en Internet.

En la propia Suecia se creó la página The Pirate Bay, un sitio que junto con Napster y otros se hizo popular porque todos podíamos descargar gratis la música.

Así que Spotify intentó por pasiva y por activa hasta finalmente de abrir una nueva puerta y modelo de negocio para todos, no sin unas tremendas luchas con las propias discográficas hasta de alguna forma conseguir democratizar la música, convirtiéndola en gratis para los usuarios.

La intensa batalla de Daniel Ek con las discográficas fue una contienda fuera de toda lógica, esas discográficas y grandes sellos musicales se negaban a evolucionar queriendo perpetuar su modelo de negocio, acostumbrados en nadar en abudancia, vendiendo lo indecible y profundamente indignados por The Pirate Bay y cualquier otra plataforma de descarga o streaming que ofreciese gratis la música.

La música hoy en mayor parte está siendo sufragada principalmente por la publicidad y los patrocinios, claro que esto es algo, la gratuidad, que siempre tiene doble lectura y que ha dejado al sector de los creadores musicales pequeños francamente heridos.

Dentro de la historia tenemos algunos típicos ingredientes, como el esfuerzo, la superación y también tienen cabida otros más oscuros y patentes, como el sufrimiento, las rivalidades y sobre todo el eje del mensaje que para mi contiene esta interesante serie la explotación indiscriminada y generalizada de terceros por los grandes de la industria/sector.

El final de la serie La Playlist

Tiene un final muy especial, lo primero por las fechas ya que el mismo es ubicado de forma supuestamente intencionada en el futuro, un futuro cercano, a uno o dos años vista, pero realmente en el futuro, es como si la historia real de la serie se estuviera escribiendo y los guionistas se tomen alguna licencia como adivinadores.

Por si esto fuese poco en los últimos compases de la serie sucede algo que te acaba por descolocar y es que no me cabe la menor duda que los que han llevado

Episodios de la serie La Playlist

La Playlist está compuesta por una única temporada y tan sólo seis capítulos que muy al contrario de lo que en un principio puede parecer por su temática resulta interesantísima.

¿Dónde ver la serie La Playlist?

En Netflix.

Spotify, Google y otros explotadores

Es en el sentido del mensaje que nos llega tras la serie donde algunos, como yo mismo, pueden verse reflejados. El denominado Realismo Capitalista, término acuñado por el filósofo Mark Fixher está a la orden del día.

Una empresa crea un espacio donde creadores de contenidos, sean musicales como en la serie o de cualquier índole como inclusive los contenidos textuales, como los que crea el que está escribiendo este artículo, compiten entre ellos por conseguir una mayor visibilidad.

Una visibilidad que rara vez se traduce en ingresos para su creador, a diferencia que para el creador de dicho espacio, los que extraen rendimiento económico desde diferentes puntos sin pagar al creador por ello.

Esto es algo que tenemos en nuestro día día, me refiero a un caso como el de Google, que incluso se permiten la licencia de mostrar de forma sesgada o parcial alguno de los contenidos que has creado tú, y lo hacen a cambio de nada, como Spotify parece hacer con los músicos.

Todo un dilema moral sobre algunos de los modelos económicos actuales donde sólo unos pocos se hacen multimilmillonarios… y otros, los que creamos, sobrevivimos a duras penas.

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