¿Qué tienen los lunes que consiguen desquiciar a todo el mundo con tan solo decir su nombre?
Lunes, lunes, lunes, ¡¡¡arghhh!!!
Recuerdo que había una película llamada “Los lunes al sol”, solo que en ese caso la expresión hacia alusión a una realidad muy distinta, muy contingente (diríamos). Y es que, no había otra: los lunes tocaba estar al sol porque no quedaba más remedio, esa era la mejor alternativa ante la ausencia de trabajo.
Pero bueno, esos son otros cantares, quizás si nos encontráramos en esa situación desearíamos que llegaran los lunes, cuantos más, mejor. Pero ahora “no toca”. Ahora, lo que toca es quejarnos de los lunes, sí señor, de los lunes laborales.
Los lunes, ese primer día que inicia todas nuestras semanas poseen una distinción particular entre los demás días semanales.
Con los lunes toca empezar todo de nuevo. El trabajo, los estudios, las actividades extras, los hobbies…, en fin, con la llegada de los lunes el motor arranca de nuevo, y la maquinaria empieza a girar y a girar y a girar…
Los lunes inauguran la rutina semanal con el madrugón diario y el consecuente zarpazo al odiado despertador. Aunque al respecto, tengo que decir que, creo muy seriamente que los despertadores están fabricados a prueba de bombas. Porque si no, decidme, cómo es posible que, después del golpetazo con el que los tratamos a diario, siguen funcionando como si nada.
Luego está la llegada a tu puesto de trabajo. Las caras largas y fruncidas de tus compañeros, que cuando los miras directamente parece que te estén diciendo, pero sin mover los labios, “no me vayas a preguntar ahora que cómo estoy, ni que buenos días, ni que ná!”
¡Ay!, y es que los lunes tienen ese poder maléfico de despertar en tí todos tus demonios. ¡Menos mal que solo existe un lunes a la semana! 🙂
Por otro lado, también es cierto que, debido a la idiosincrasia propia que tienen los lunes, si ese día en concreto no te apetece desplegar tus encantos “sociales”, pues no importa, porque como es lunes, a la mayoría de tus “tocayos” les sucede lo mismo. Con lo que, en ese aspecto, estate tranquilo, “don’t worry”, y aguanta un poco más. 😉
¿Sabéis ese dicho que dice: “todavía no soy persona”?, ¿sí?, pues eso mismo nos ocurre a casi todos nosotros cuando llega el lunes. Sí, hasta que no van transcurriendo las primeras horas del día, nosotros “no somos personas”.
¡Ayyy, los lunes! Menos mal que cuando va llegando el mediodía es cuando vislumbramos un poco de esperanza a nuestro alrededor. Es entonces cuando nos damos cuenta que ya queda menos para que acabe el día, al menos, la jornada laboral. Eso ya es un descanso tremendo para nuestro desosegado espíritu.
Hay que admitir que uno de los puntos álgidos del lunes ocurre al mediodía. Es aquí cuando tiene lugar un punto de inflexión. Se produce algo así como el equinocio diario, la división del “yin y el yang”, el límite de los opuestos, en fin, llámalo como quieras, pero es cuando el día se divide en dos y, por fin queda menos para acabar tu primer día de la semana: el odiado lunes.
Bueno, eso suele suceder en la mayoría de los trabajos (lo del punto de inflexión diario), no obstante, esta fórmula no se aplica a todos por igual, eso ya lo sabemos; ya nos gustaría contemplar todas las posibilidades, amigos, pero eso no es posible, lo sentimos de verdad.
Como íbamos diciendo, después del mediodía, después de comer o hacer nuestro descanso, la percepción del lunes va mejorando. Ya no es el tan odiado lunes. Como a lo largo del día nos hemos ido convirtiendo en personas, pues poco a poco nos vamos haciendo más reflexivos, vamos empatizando con los demás e, incluso, estamos ansiosos de despedirnos de ellos. 🙂
En este caso se puede decir que ya estamos en la vuelta final, ya sabéis, dos suspiros más y acabamos con nuestra jornada. Ahora sí, ya es el momento de hablar sobre el fin de semana, sobre lo que hemos hecho y dejado de hacer, ya no importa, ya se ha traspasado la frontera y se han abierto las puertas.
Ya, por fin, queda menos para acabar la semana. Lo hemos conseguido y hemos salido ilesos, como si no hubiera pasado nada. Otra vez hemos logrado vencer al temido y tedioso lunes. Qué más se puede pedir, sino felicitarnos por haber lidiado de nuevo con nuestro enemigo y haber salido victoriosos de ello!
Pues nada, ¡ánimo y a por ellos: los lunes! Total, qué son, sino simples días que han tenido la mala suerte de empezar en lunes… 😉